Existen más de 40 principios activos que se utilizan para combatir la alopecia con diferentes mecanismos de actuación. Los podemos clasificar según su naturaleza en:
- Fármacos: son sustancias fabricadas en laboratorio con un fin terapéutico. Son los más eficaces contra la alopecia y en la mayoría de los casos se comercializaron inicialmente con otras indicaciones. Algunos ejemplos son la finasterida, la dutasterida, el minoxidil, la fluicinolona o el latanoprost. Es el grupo sobre el que existe más evidencia médica y estudios. Suele ser la opción más recomendable como tratamiento de elección.
- Productos naturales: se extraen directamente de algunas plantas. Suelen tener menos riesgo de efectos secundarios que los fármacos, pero también menor efectividad demostrada. Uno de los más utilizados es la serenoa serrulata o saw palmetto que actúa como antiandrogénico natural. Otros ejemplos son ginkgo biloba, el ginseng o la cafeína. Pueden ser de utilidad como complemento a alguno de los fármacos, pero difícilmente tendremos un buen resultado usándolos solos.
- Complementos: son vitaminas (B3, B6, A, E, Biotina), oligoelementos (Zinc, Selenio) o aminoácidos (carnitina, cistina, arginina) que habitualmente ingerimos con la dieta. Son los componentes de la mayoría de los productos para el cabello que se comercializan sin receta en farmacias o parafarmacias. Pueden ser útiles para caídas estacionales o personas con algún déficit nutricional pero no frenan la caída crónica.
Ante esta multitud de opciones resulta especialmente útil el determinar, a través del test genético, cuál resulta más indicada para cada persona.
Con el resultado del test y el asesoramiento médico experto, podremos escoger la solución más efectiva sin pasar por pruebas y errores que nos hagan perder el tiempo y recursos.